El mundo en una mariposa
El mundo en una mariposa trata de un huevo que solo tenía cabeza; aunque, en realidad, más que cabeza, lo que tenía eran partes; para ser más exactos, tres: una para el pensamiento, otra para el sentir y la última para la otra dimensión. Todas con su correspondiente simetría asimétrica: derecho-izquierdo, dos; arriba-abajo, uno.
Empezó a rodar, pues alguien quería comprobar si ya estaba hecho, y sintió una intensa y prolongada contrición; aguda como una punzada, tenaz como un tenedor.
—¡Más agua! —gritaba el huevo, pero nadie le escuchaba—. ¿Es que todo el mundo se ha vuelto sordo? ¿El juego no iba de no poder dejar de escuchar (aunque lo deseáramos)? ¡Ah! Claro, aquí, no + no podría ser igual a sí. ¡Tremenda estupidez! Faltan sentidos, faltan partes de los sentidos, o quizá… de la cabeza —pensaba.
—Este lugar —prosiguió— es parecido a estar postrado o topando con una lámina de aluminio, tan o más alta que tú y tan delgada que se agita como las velas de un velero. ¿Es a causa de los pocos milímetros que la componen, o será por el efecto que produce el agua? Esto debe ser eso que llaman límites —se decía, intentando comprender el formato cazo en el que estaba inmerso.
Al fin llegó el agua, con limón esta vez y hielo. Aunque no era para el huevo, sino para alguien que escribía en otra cocina cualquiera.
Más agua, ahora sí, para nuestro protagonista. Al cabo de un rato, surgieron unas burbujas blancas locamente enchispadas que empezaron a conversar de manera tan aleatoria y disparatada como lo eran sus ágiles movimientos. Decían:
—Los soldados han llegado a la ciudad. ¡Endemoniados, con los ojos fuera de órbita! El guerrero los acompaña. La sangre les viste. El ansia por sobrevivir aniquila. Amarillo 2259 con Coral A-6 de la Blythe en el cielo. Humo de bombas. Los misiles provenientes de Israel han empezado a bombardear el Líbano. Los países empiezan a juzgar. ¡Malditos hipócritas, charlatanes todos! ¡Cerdos! Empiezan a invertir energía en el suceso. ¡Jodido entretenimiento! ¿Estará llegando ya? ¿La tercera? ¡Esto es una verdadera mierda! ¡Un asco! Puto mundo egoísta. Con, o sin ese estúpido Manifiesto.
Léase Manifiesto de Egoísmo.
—¡Dejen de darme vueltas, aún no estoy listo! —replicó el huevo, malhumorado, gritando más que las burbujas—. ¿Dónde se habrá guardado el efecto del agua en ebullición? Este lugar es una locura absurda —divagaba—; el tal señor Karlos Arguiñano, empeñado y orgulloso en mostrar a los espectadores el truco para saber cuándo un huevo está cocido. Y las futuras mariposas, mientras tanto, intentando cuajar, patinando por el Olimpo.
—Frederic Riechnamank —escribía alguien en esa cocina cualquiera que antes mencioné—, anda loco por encontrar una musa que llegue de un escenario propio de Shakespeare. Quizá debería viajar hasta Verona y sentarse bajo el balcón de la casa de Julieta, aniquilar a Romeo y engatusarla con aroma de vainilla, sangre y almizcle. ¿Sería usted capaz, Sr. Riechnamank? Sepa que aturde con caramelo pegajoso y hace demasiado calor como para embadurnarse en esas sustancias tan viscosas, ¿me comprende usted?
El caso es que conocí a alguien muy distinto al Sr. Riechnamank; estaba tan acostumbrado a mirarse al espejo que podía mantener tu mirada durante largos minutos, penetrando hasta el centro, provocando un estado de nerviosismo incómodo-placentero en la parte derecha de la cabeza, manifestándose con temblores en el párpado inferior izquierdo. Le hablo de los huevos y de la nada. “¿Existirá?” le pregunté. A lo que me respondió al día siguiente con una planta, un libro y unas líneas que decían: “Mientras la tristeza se apodera de nosotros, la vida deja de tomar sentido… y entonces, no importa estar en cualquier sitio, ni desear ir a ningún lugar.”
De nuevo, el movimiento chispeante de las burbujas en la cocina de Arguiñano, que alternaban diciendo:
—Qué difícil debe resultar ser humano. Manejar la mente. Y la polla, ¡no te jode! Coordinar con los sentimientos y manifestar con los sentidos. Vivir la realidad con los ideales. Esta vida está maldita. ¡Yo no quiero ser una puta burbuja! Callaos de una jodida vez; me duele la cabeza de escucharos, dando sentido a cosas que no la tienen.
—Qué difícil discernir si habla la intuición o lo hace el tirano —prosiguió la que escribía en la cocina cualquiera—. ¿Qué necesitamos para estar conectados y que las tres partes se integren y unifiquen? ¿Cuánto tiempo tarda el huevo en estar preparado?
La mariposa está en gestación. El huevo sigue siendo un huevo. Después, gusano. Mientras, el agua se evapora.
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