De profesión, esclava
No soy libre porque vivo encarcelada en mis pensamientos, un mundo lleno de laberintos. Porque supongo y pre-supongo que ser libre desestabiliza mi seguridad aparente, quizá ilusoria.
Y quizá por ello aparecen los guardianes: figuras de autoridad que supuestamente me confieren seguridad. Seguridad de estar protegida, de no terminar dañada en cualquier callejuela estrecha y oscura, fría y maloliente. Seguridad de continuar teniendo el control de una vida que tantas veces ya no es mía, porque tantas veces ya no elijo, si no que hago, como cualquier esclava profesional, lo que se tiene que hacer en lugar de lo que quiero hacer.
Inconsecuencia. No me atrevo a saltar y sigo, tantas veces, sumergida en el círculo vicioso de esta vida que no elijo.
¿Y es que, quién quiere ser, profesionalmente, esclavo?
Miedos. Miedo, miedo a la locura insana, a perder por completo el control, a no lograr permanecer inmóvil mientras la aguja está dentro de mí. Miedo al dolor. Miedo a estar demasiadas veces en lugares que desconozco y menos cada vez en el día que vivo.
Miedo a traspasar esa ínfima línea que separa mi ser de la confusión sin tan siquiera darme cuenta. Y de nuevo, miedo a la libertad. Y ya, otra vez, no soy libre; no serlo me produce un nuevo corte, cada vez más profundo. Mientras sangro y trago algo de mi helada sangre, me aferro a mi seguridad ilusoria de estar aquí, protegida (si es que tengo que protegerme de algo).
Y me pregunto si de nuevo estoy engañándome a mí misma, mientras doy más armas a mis guardianes, que cada vez parecen tener más poder.
Se crea entonces alguna especie de jerarquía, el equivalente político actual por el cual conferimos nuestro poder a otros para que gestionen nuestros diversos asuntos.
Cuando descubro que sus consejos y formas tantas veces van en contra de mi naturaleza, y que ni tan siquiera a veces sosiego y protección encuentro, reaparece la desconfianza.
Desconfianza hacia los valores que rigen; como si los ideales hubieran muerto y el dinero imperara, gobernante.
Y tristemente me ahogo en un pozo oscuro y subterráneo, sabiendo que mi naturaleza se encargará de proporcionarme la libertad que necesito.
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