Todo esto empieza cuándo termina la vida

En algún punto entre el sueño y el vacío, me encuentro en un espacio oscuro. Hay bombillas antiguas, colgando de paredes castigadas, que proyectan una luz tenue sobre figuras vestidas de azul. El tempo es abrumadoramente acelerado: todos están sudando, empapados, atrapados en un frenesí constante de actividad. Yo, en cambio, me siento seca, completamente vacía, como si algo en mí se hubiera evaporado.

Por todas partes hay máquinas, con complejas conexiones que serpentean entre ellas. Veo flujos de colores metálicos—rojos, verdes, amarillos y azules—circulando con la precisión de un sistema nervioso artificial. Los hombres de azul están absortos en una de esas máquinas, sus dedos moviéndose con una rapidez desesperada, como si intentaran alcanzar la velocidad de la luz. El ambiente tiene un aire subterráneo.

De repente, me pongo a correr. No puedo parar; mi cuerpo se mueve solo, arrastrado por la inercia del lugar, sin propósito alguno. Subo y bajo escaleras, atravieso pasadizos que parecen interminables. Todo aquí está en funcionamiento, un mecanismo perfectamente coordinado. Yo sigo corriendo, atrapada en esta danza frenética, deseando funcionar igual que ellos, ser parte del engranaje.

Intento observarlos, pero sus miradas están perdidas, hundidas en la oscuridad. Nadie habla, nadie parece siquiera notar mi presencia. Me acerco a uno de ellos, un hombre de rostro inexpresivo, y murmuro algo, cualquier cosa, solo para comprobar si puede oírme. Pero nada. Mi voz se disuelve en el vacío, y una impotencia ardiente se apodera de mí. Grito, con toda la fuerza que tengo, hasta que el eco de mi propio sonido estremece las paredes. Dos bombillas se rompen, y veo cómo las venas luminosas del lugar se agitan. Entonces, uno de ellos parpadea, apenas un segundo. Me acerco, llena de esperanza, pero vuelve a sumirse en el ritmo monótono de sus dedos.

—Oye… tú —insisto, golpeándole el hombro—. ¡Mírame! —Le grito, pero es como si hablara con un muñeco de trapo, inerte.

Casi lloro de frustración, hasta que noto algo: las venas de luz cambian de color y ellos se mueven en sincronía, como si fueran marionetas obedeciendo una señal. En ese momento, un destello de lucidez me devuelve a la realidad. Me acuerdo de Adolph. Aún tengo el conector en mi cintura. Acordamos que me conectaría en cuanto llegara aquí. Aprieto el botón verde tres veces y, casi de inmediato, siento tres pulsaciones rojas en respuesta. Sonrío, y toda la angustia se disipa. Le indico que estoy bien, que necesito información sobre estas “venas circulantes” y que voy a seguir investigando.

El entorno cambia de nuevo: ahora todos están sentados, y donde antes usaban sus manos, ahora mueven sus labios en silencio, en pares, con los ojos cerrados. Los observo y un recuerdo me asalta. Pienso en el primer beso de Adolph, en cómo, justo cuando estaba a punto de rendirme, él me rescató con su contacto. Ese beso hizo que la vida volviera a fluir en mis venas, conectándome conmigo misma. Desde entonces, ya no he vuelto a desear la muerte. Hace más de dos años que nos entregamos a la vida, y hoy estoy aquí, en este extraño mundo. Ah, me olvidaba, soy Mina.

El ciclo de luces vuelve a cambiar, y todos caminan hacia unas fuentes dispuestas en el espacio. Forman una fila, ordenados, sin mirarse, sin hablar. Solo beben, uno tras otro, mecánicamente. Me aparto a un rincón, observando cada detalle. Intento encontrar un patrón, alguna lógica que desvele el secreto del lugar. En mi mente, repaso fórmulas, pienso en fractales, en las leyes del movimiento y la simetría. Mi mente empieza a descifrar la secuencia de colores —241, 239, 41, 256…—, y me doy cuenta de que cada cambio en las luces controla el comportamiento de estos seres, como si siguieran una partitura oculta.

No es difícil darse cuenta de que estos hombres de azul, tan ausentes y sincronizados, son como marionetas guiadas por el pulso de esas venas luminosas. Pero la clave no es simplemente descubrir el patrón. Debo encontrar el vínculo que los mantiene atrapados y liberarlos, devolverles su humanidad.

¿Ideas?

Comentarios

  1. Me gusta este..a ? alucinación.. Cuando es , y lo k podría llegar a ser ..

    - Esto vi (dijo el cable rojo , esto no .
    y no sé cómo .. -intento decirlo..)
    - soy lo k esta dentro de mi ..algo invisible..
    (dijo la peladura verde), lo k habla y no quien habla
    -soy otro.. -otra ¨cosa¨ ,
    (ya no plástico) .. cobre soy ..

    ResponderEliminar

Publicar un comentario